ESTAMBUL
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SANTA SOFÍA
Que empezáramos por uno de los grandes reclamos turísticos y patrimoniales de Estambul estaba claro: Santa Sofía es un inmensa obra de arte de obligada visita para todo aquel que ponga un pie en la ciudad turca. Destruida y resurgida en interminables ocasiones, no hay nadie que sea capaz de adentrarse en su corazón sin quedarse con la boca abierta.
Y es que Santa Sofía ha sido reconstruida hasta en tres ocasiones. La estructura original fue levantada en el año 360 por Constantino, y la última reforma importante fue realizada por Justiniano en el 537. El que fue el centro religioso del Imperio Bizantino cambió su rumbo cuando Constantinopla fue tomada por los otomanos: entonces pasó a convertirse en mezquita, por lo que poco a poco nuevos arquitectos fueron añadiéndole elementos varios, como sus minaretes. Fue entonces cuando los bellos mosaicos bizantinos que adornaban las paredes del templo fueron cubiertos con cal, algo que, afortunadamente, fue recuperado en 1846. En 1935 Atatürk decidió transformar la basílica en un museo, devolviéndole su aspecto original.
Uno de los elementos que más destacan al contemplarla son sus enormes contrafuertes, responsables de que Santa Sofía halla sobrevivido hasta nuestros días. En el interior, los grandes medallones que cuelgan de las paredes contienen en letras doradas los nombres sagrados del islam. Uno de los lugares que hay que visitar en Estambul, sin lugar a dudas.
MEZQUITA AZUL
Frente a Santa Sofía, contemplándose mutuamente, se halla otro de los tesoros que ver en Estambul: la Mezquita Azul.
La cascada de cúpulas que componen su espectacular fachada es una de las razones por las que todo el que visita la ciudad acaba enamorado de este templo. Levantada a comienzos del siglo XVII por orden del sultán Ahmet I, en su día fue motivo de controversia por ser la única mezquita del mundo que osó construir seis minaretes: los mismos con los que contaba La Meca. El problema se solventó rápidamente cuando Ahmet I financió un séptimo minarete a La Meca: ¡no hay nada que el dinero no solucione!
En el interior, el color azul de sus azulejos lo inunda todo y nos hace entender el por qué de su nombre. Realizar la visita en algún momento que coincida con la hora de oración es todo un espectáculo digno de presenciar y una de las experiencias que hacer en Estambul.
BAZAR DE LAS ESPECIAS
A tan solo dos pasos del famoso Puente del Gálata se halla uno de los mercados más antiguos y auténticos que ver en Estambul: el Bazar de las Especias. Un universo de intensos olores y colores en el que tomarle el pulso a una ciudad tan caótica como esta. Los tenderos gritan los precios a toda voz, los locales compran y compran sin cesar, y los turistas, simplemente, se limitan a avanzar como pueden entre corrientes de personas, intentando imprimir en su mente cada instante vivido en el interior. El mercado tiene forma de L y cuenta con seis puertas diferentes por las que acceder. En ella se pueden probar y adquirir todo tipo de productos típicos: desde especias a quesos y dulces tradicionales. Un lugar que ver en Estambul, sin falta.
PUENTE DE GALATÁ
Otro de esos puntos que ver en Estambul y que no deben faltar es el mítico Puente del Gálata, nexo de unión entre la zona moderna y la tradicional.
Se trata de un puente basculante que alcanza los 490 metros de largo y que se halla en el estuario conocido como el Cuerno de Oro. Muy frecuentado tanto por locales como por turistas, cuenta en su parte inferior con numerosos negocios como cafeterías y restaurantes en los que tomar un rico té turco o fumar narguile mientras se contemplan las hermosas vistas. En la zona más alta, sin embargo, son los pescadores los protagonistas: a todas horas se puede observar cómo esperan tranquilos a que sus cañas de pescar indiquen que han logrado capturar algo que llevarse a casa. Esperar al atardecer y ver la puesta de sol desde el Puente de Gálata es una de esas experiencias que hacer en Estambul.
